07 junio, 2009

MISMO

La otra latitud resultó ser exquisitamente embriagante. El aire era cálido, denso, palpable. Sabía a sal y aceite. Conocí a un hombre aniñado. En él, funjo una divinidad doble de cuidadora y cuidada y no sé por qué ha llegado a ser tan entrañable. Probablemente no sea cierto, y todo esto lo esté imaginando, falsas percepciones que cazan mis pasos.

Lo juzgo fríamente. Él es como las cosas antiguas, funciona para casi toda la vida.

1 comentario:

Leopold Bloom dijo...

¡Increíble! No uno, sino dos textos...Parece ser cierto que este lugar no morirá. Bueno su segundo texto, encuentro dos frases que me atrevería a llamar "bonitas".

Saludos y feliz Bloomsday...