Hoy te vi sentado a la orilla de mi mano, tu nariz alta en el aire decodificando la música, oliendo síncopas y triadas.
Tu respiración era acompasada como el sonido quebrado del atabal, una cadencia que tu corazón no respetaba, haciendo de aquello un lío de espacios.
Tenías melancolía chorreándote del pelo, mezclada con nuevos claros trenzados en tus ondulaciones. Los sonidos que lentamente poseías mientras te poseían te balanceaban entretanto, alga y viento, más cerca estabas de la orilla.
Te solté mientras flotabas en el humo aderezado de frutas, ayudado por dedos ágiles. Nunca tocaste el piso, te encerraste en el túnel de tus ojos, descendiendo únicamente en el légamo de tus pensamientos.
05 enero, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Oiga camarada,
Tengo una pregunta: ¿Ya dejó de escribir? Disculpe mi impaciencia, pero creo que como lector tengo derecho a saber. O una conjetura: puede ser que quizás usted esté preparando el post más monumental de la historia -si a Joyce le tomó 17 años escribir Finnegans Wake, ¿cuánto tiempo tomaría su equivalente en un blog?- y me esté viendo yo impertinente con el trabajo de un escritor.
En fin, ojalá que pronto siga publicando su material por aquí.
De impertinente no tiene nada, tampoco algo de que preocuparse.
Como ha visto, se escribe en promedio un post por mes...y, hoho, todavía no acaba febrero. Sin embargo, hizo usted un buen trabajo al recordarme que, coño, YA es febrero.
Sin embargo, creo lo decepcionaré con la entrada magistralmente monumental, pues en estos momentos aunque quisiera hacerla, no podría...tarde lo que tarde.
Y sí, seguré publicando en estos rumbos.
Publicar un comentario