04 enero, 2008

DESASTRE

"Todos los amaneceres son iguales, ellos se emocionan para parecer más sensibles". Escupió, apagó su cigarro y encendió el coche. La carretera estaba vacía. Bajó de la montaña lo más rápido que pudo, después de ver aquello, no podía ligar los pensamientos.
Corte, tira, corte,tira. Todo era un punto y seguido.

03 enero, 2008

ONDULÉ

En su pared había una mujer: ojos grandes, boca ancha, morena, robusta.
La miró, lo hizo como nunca antes había mirado. Los pliegues de su piel, aunque evidentes, tenían detalles ocultos, líneas secretas que lo atraían; la grotesca forma de sus piernas se antojaba para darles un pinchazo, para despedazarlas con dientes y uñas.
No se sorpendió de verla ahí, domando su masivo cuerpo para que no cambiara de posición.
Ladeó la cabeza para verla desde otro ángulo. Ella le decía lo mismo...no sabía bien qué era porque no le habló a los oídos. El mensaje era para lo que sea que estuviese entre sus entrañas.
Quiso llevarla a otro lado, pero se arrepintió.
Salió a la calle, pensando todavía qué quería ella de él, y él de ella.

Todo giraba como siempre. El mismo viento, los mismos autos, la misma gente. Por qué parecía que las personas eran siempre las mismas? Como si alguien hubiera hecho un molde con cinco variantes y reprodujera sólo esa cantidad infinitas veces.
Pero él era diferente...o por lo menos se sentía diferente. Él y su mujer de la pared.
Aunque, tal vez, no era nada más que el número tres del molde, y como él, habían otros tantos millones. Pero la mujer no. Ella no había crecido, reído, caminado, conocido ni enfermado. Sólo nació, y ahora estaba en su pared. Cuando él muriera, ella seguiría ahí, con sus carnes intactas y su expresión inmutable hasta que se fijara en la pared de alguien más.
No pudo soportar ésta idea.
Cómo ella le dirá lo mismo a otro si todo empezó con él? Seguramente si se quedaba con el número cinco del molde no la cuidaría igual, ni soportaría sus eternos silencios. No. Y si su nuevo lugar tiene humedad? Impensable. Ella le pertenecía, formaba parte de un microuniverso único. Ella, él, la pared...él, ella, la pared...la pared, ella, él...la pared...su pared.

Regresó al departamento, sin mirarla la arrancó de la pared y la arrugó.
Pudo descansar ahora que tenía una nueva bola de papel en el cesto...por lo menos hasta que sacara la basura.